Con la llegada del verano y el buen tiempo muchas personas que padecen de acné ven cómo su piel mejora considerablemente. Este alivio se debe a que pasamos más tiempo al aire libre y recibimos una mayor cantidad de sol. Esa radiación extra provoca un efecto antiinflamatorio y bactericida en la piel ayudando a que la aparición del acné disminuya.
Por otro lado, el tono bronceado que adquiere la piel hace que se difuminen las marcas que provoca el acné haciendo que su aspecto mejore. Pero esta mejoría suele ser temporal y, tras la vuelta a la rutina, es muy probable que se produzca un empeoramiento de su situación.
¿Qué es el acné?
El acné es una enfermedad inflamatoria de la piel. Existen diferentes tipos y se puede clasificar en función de su gravedad. Así, existe el acné comedoniano, acné pápulo pustuloso, acné pustuloso-nodular y acné nódulo quístico, y todos ellos, necesitan de cuidados específicos.
¿Cómo podemos cuidar la piel con acné después del verano?
Independientemente del tipo de acné que tengas, deberás seguir una serie de medidas generales que te ayuden a cuidar tu piel:
- Es muy importante realizar una buena limpieza dos veces al día (preferiblemente mañana y noche). Los productos empleados deben ser específicos para la piel seborréica y no contener detergentes.
- Hidratación. Junto con la limpieza, la hidratación es de vital importancia para mantener nuestra piel sana. Siempre debemos elegir cremas o geles con acción seborreguladora, matificante y no comedogénicos.
- Usar protección solar. Incluso en invierno, es de vital importancia que usemos un fotoprotector específico para pieles grasas o con tendencia acneica.
Además, recuerda no manipular nunca las lesiones, evita friccionar las zonas dañadas durante el secado de la zona y mantén una dieta saludable rica en antioxidantes para ayudar a que tu piel esté saludable desde dentro.