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¿Es necesario tomar un protector de estómago al tomar antibióticos?

Muchas personas creen que al tomar antibióticos deben tomar también omeprazol o un protector de estómago. ¿Es lo correcto? No siempre. Cuando tomamos antibióticos no necesariamente hay que tomar un protector de estómago. Esto lo tiene que decidir nuestro médico en función del tipo de antibiótico y de la patología que deba tratarse.

Antibióticos y problemas digestivos

Los antibióticos se utilizan para tratar infecciones de origen bacteriano. Su objetivo es eliminarlas y evitar que se propaguen por nuestro organismo. Al combatir las bacterias que están provocando la infección, el antibiótico también afecta a bacterias que son beneficiosas para nuestro organismo, como las que forman parte de la flora intestinal. Por otro lado, hay determinados antibióticos que por el propio proceso de absorción en el estómago pueden alterar la mucosa gástrica (película protectora del estómago). Por ambos motivos el consumo de antibióticos puede ocasionar molestias en el sistema digestivo como gastritis, nauseas, vómitos y diarrea.  Muchas personas creen que estos síntomas se evitan tomando un protector de estómago. Sin embargo, no necesariamente es así. Por ejemplo, en el caso de la diarrea, que es uno de los trastornos más frecuentes al tomar antibióticos, tomar un protector de estómago no va ha servir de mucho ya que los antibióticos ocasionan diarrea generalmente porque alteran la flora intestinal y esto no se va a solucionar tomando omeprazol. Si al tomar antibióticos presentamos diarrea y malestar de estómago debemos consultar al médico. Hay que dejar claro que es nuestro médico el que tiene que decidir si debemos tomar o no un protector de estomacal y cuál recetarnos en función de la duración del tratamiento con el antibiótico, intensidad de los síntomas, etc.

Probióticos, prebióticos y antibióticos

Los probióticos son microorganismos vivos, principalmente bacterias, que en las dosis adecuadas, presentan efectos beneficiosos sobre la salud.

Los alimentos que contienen probióticos como el yogur o kéfir ayudan a disminuir los efectos secundarios de los antibióticos. Además de en los alimentos, los probióticos también podemos encontrarlos en forma de complemento alimenticio en la farmacia. Es importante que consultes a tu farmacéutico cual es el probiótico más adecuado según tu caso. No todos los probióticos son iguales.

Por otro lado, los prebióticos ayudan a que las bacterias beneficiosas que viven en el intestino y que optimizan el buen funcionamiento de nuestra flora intestinal proliferen. Los prebióticos se encuentran en numerosas frutas y verduras, especialmente las ricas en hidratos de carbono complejos, como la fibra y el almidón resistente. Estos carbohidratos no pueden ser digeridos por nuestro organismo y pasan a convertirse en “alimento” para las bacterias beneficiosas que viven en nuestro intestino.

La lista de alimentos prebióticos es larga: cebolla, puerro, espárragos, espinacas, remolacha, manzana, alcachofas… Es fácil incluirlos en nuestra alimentación.

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