La insulina es un medicamento inyectable que se utiliza para regular el nivel glucémico (niveles de azúcar) en sangre. Se prescribe a las personas diabéticas, es decir, aquellas que por un problema en su páncreas no pueden producir esta hormona de forma natural en su cuerpo.
La insulina es una hormona de naturaleza proteica. Las proteínas son termolábiles, esto significa que pierden su actividad a temperaturas altas. A estas temperaturas la insulina pierde su estructura, se desnaturaliza, y con ello también desaparece su capacidad de permitir que la glucosa entre en las células. La consecuencia de esto es que los niveles de glucosa en sangre aumentan o no disminuyen, según el momento fisiológico en el que nos encontremos. Es por esto que la insulina debe conservarse refrigerada, aunque pueden mantener su actividad durante cierto tiempo a temperatura ambiente, siempre y cuando sea a temperaturas inferiores a los 30ºC.
La insulina que compramos en la farmacia.
La insulina es un medicamento que requiere de prescripción médica. Las personas diabéticas pueden requerir de distintos tipos de insulina que deben inyectarse según les haya indicado su médico. Cuando acudamos a la farmacia a comprarla también podemos consultar cualquier duda a nuestro farmacéutico sobre como conservar o cómo administrar la que nos han prescrito.
Existen insulinas de acción rápida, acción intermedia o mixta y acción prolongada. Debe ser nuestro médico o enfermera el que nos indique cómo administrarlas. En caso de duda podemos consultar en nuestra farmacia de confianza.
Actualmente la insulina se dispensa en la farmacia en estructuras precargadas, es decir, no tenemos que preparar la disolución, cargar la jeringa e inyectarla. Estos dispositivos para la administración de la insulina, denominadas bolígrafos, permiten administrar fácilmente la dosis adecuada. Además vienen precargadas con un número determinado de dosis, lo que permite que un mismo bolígrafo lo utilicemos varias veces. Sólo tendremos que ir intercambiando la aguja en los distintos pinchazos.
La insulina debemos conservarla refrigerada a 4ºC y protegida de la luz. Nunca congelarla, no se va a conservar más tiempo, todo lo contrario. Al igual que por el efecto del calor, a la temperatura de un congelador (-20 ºC) la insulina también va a perder su actividad. Por ello es importante no colocarla nunca en el frigorífico en alguna zona donde se pudiera congelar.
Una vez empezada la insulina podemos conservarla a temperatura ambiente, siempre y cuando estemos por debajo de 25 ºC o 30 ºC. Nunca debemos colocar nuestro kit de insulina cerca de una fuente de calor, radiadores, estufas, cocina, dejarla dentro del coche al sol, etc. En zonas como Córdoba donde en verano se alcanzan temperaturas altas debemos tenerla refrigerada a menos de 30 ºC. También es importante que recordemos que para que la insulina actúe correctamente en nuestro organismo a la hora de administrarla debe estar a temperatura ambiente.
Cuando se inicia el uso de la insulina y se mantiene a temperatura ambiente cada tipo o marca tienen un periodo de validez que oscila entre 4 semanas (28 días) que es lo más habitual, hasta 6 u 8 semanas. Esto depende de cada marca y tipo de insulina, por lo que debemos asegurarnos de la validez fuera del frigorífico mirando en el prospecto o siguiendo las indicaciones de nuestro médico o farmacéutico.